martes, 1 de diciembre de 2009

*/**Juan Ojeda**/** poeta de los añoz 60

*//***Juan Ojeda***//***

En 1965, Juan Ojeda se presenta al II Concurso del Poeta Joven Del Perú, con su libro ELOGIO DE LOS NAVEGANTES, escrito entre los 19 y 21 años de edad, obteniendo con él la Primera Mención Honrosa.

En 1967, inicia un periplo por nuestro continente llevando su arte y su visión del mundo; recorre Colombia, Brasil, Argentina y Bolivia. En 1971, viaja a Panamá donde tiene una loable participación literaria bajo el auspicio del Instituto de Cultura y Deportes.

**//*poemas*//**

*/*Marea Cultura*/*

Para el que ha contemplado la duraciónlo real es horrenda fábula. Sólo los desesperados,esos que soportan una implacable soledadhoradando las cosas, podríandevelar nuestra torpe carencia,la vana sobriedad del espíritucuando nos asalta el temorde un mundo ajeno a los sentidos.Qué esperarías, agotado de tio una estéril música,cuyo resplandor al abismarse te anonadaría.Pero tú yaces oculto o simulas alejartede lo que, en verdad, es tu único misterio:en la innoble morada de la realidadnutres un sentido más hondo,del que ya ha cesado todo vestigio humano.Y destruyesel reino de lo innombrable, que en ti mismo habita.¿Qué esperarías? ¿Sólo madurar, descendiendo,en una materia más huraña que el polvo?Nada hay en los dominios frescosdel sueño o la vigilia.Asíhe considerado con indiferencia mi vida,y ya debemos marcharnos.

¡'''Elogios de los Navegantes'''¡

Crecer como los mares que preñan las espumas,
Durar por la distancia más que uno mismo,
Con todo y con fulgores, en uno y más allá
De la tierra calcinada.
Atisbar:
Fuerza aún en tanto polvo que nos come adentro.

Pero mirar, surgir gritando
Como rocas, árboles, tallos erguidos en la temerosa claridad
Que guardan las montañas. Crecer, y no crecimos, no damos,

No después de mucha o tanta eternidad de sombra,
Por sentirnos poco en aquello que sale y desteje
Y abandona cuanto nace, acaba en la mirada.

No hicimos, sino en ausencia por nosotros, en mares vacíos,
Reducto que en silencio presagia la distancia, el monte
Nunca halado después de los intensos crematorios,
Las calles inundadas, el sol que agrieta en duras evidencias.
Ser esto que pronuncia crujiendo, y sale a dar en mano
El peso de la claridad venida a cargos: pero nada nuestro.

Estuvimos preguntando en las noches: alimentad los costos,
Sus vuelos, decíamos: y nosotros nunca, que no fuera el olvido,
Abierto, penetrando a voz y penetrando, como salida llorosa

En cuanto apagan los ojos y no decimos nada, si por otros:
Sus ganancias de nuestra raíz en grueso costo,
La hierba que mastican y nosotros nada Si fuimos,
Tocamos las piedras metiéndonos, arando
Por todas las materias que fluían, creados entre la elevación
Del aire y sus vertientes, socavados para otra lentitud

Inalterable al principio común que nos guardaban los silencios:
Solos, tornados sin fin, tangibles elementos
Que alcanzaron el agua y sus fábulas crecientes,
Y esto nos venía, y fuimos por pura descendencia
Del sentido al material, juntando las caídas
Hasta tocar solemnes la altura y el designio: en verdad
Sólo hemos acunado advenimiento
Los lacerados puentes
Que en presencia surtan, aquí, detrás del pecho,

De caminos que andamos y vamos, y el pecho con maderas,
Puentes y senderos, ofrecidos: y nada,
Nosotros nada, si lo que nos dicen:

A otras dulzuras
A otros animales
A todos los aires

A nunca nosotros
Pero sí lo de ellos,
Que dejaron el camino y el puente.

1 comentario:

  1. que bellas poesías, que ya no están escritas en versos si libres, y mantienen esa frescura del fino poeta

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